Sostenible, ecológica y asequible son las cualidades que la definen. Cada vez más empresas constructoras que recurren a la madera para edificar, puesto que es un modelo de construcción sostenible y respetuoso con el medio ambiente.

La edificación es responsable del 30% de las emisiones de CO2 y el 40% del consumo de energía. En el Día Internacional del Medio Ambiente, repasamos las ventajas de utilizar este material para construir viviendas.

Si el acero fue el material de la arquitectura del siglo XIX y el hormigón el del siglo XX, la madera puede serlo del siglo XXI.

Es un recurso natural, renovable, reutilizable y biodegradable, además de ser óptimo en una economía circular.

Los beneficios que atesora la han hecho ya destacar en construcciones tan ambiciosas como el edificio de Can Batlló en Barcelona de derecho de uso, el futuro edificio de madera más alto de España que en breve verá la luz.

El cambio climático nos advierte que debemos ser más prudentes con los sitemas de construcción. En ese sentido, la madera requiere mucha menos energía en el proceso de transformación (de materia prima a material de construcción) que otros materiales como el hormigón o el acero. Por ejemplo, el edificio House Habitat, en el barrio barcelonés de Gracia, redujo hasta cinco veces las emisiones de CO2 respecto a un edificio de iguales características pero de hormigón. Si se compara con el acero, las emisiones de CO2 fueron hasta ocho veces menos.

Una de las características más destacables es que durante toda su vida útil sigue absorbiendo y almacenando CO2 de la atmósfera, algo muy importante en entornos urbanos, donde la concentración de emisiones debido a la contaminación son elevadas.

El uso de la madera en la edificiación también garantiza, a través una gestión responsable y controlada, la preservación de los bosques, sumideros naturales de dióxido de carbono. Organizaciones medioambientales afirman que el aprovechamiento sostenible de los recursos forestales es la única garantía de de su supervivencia.

Por último, este material de construcción es el que mejor aísla y, por tanto, mayor ahorro de energía supone tanto en invierno como en verano. Es idóneo para cumplir con los exigentes estándares de baja demanda energética de la construcción pasiva o de consumo de energía casi nulo (nZEB).

Fue concebido como un lujoso hotel casino y construido en 1898, nunca llegó a cumplir esta función y fue durante décadas un orfanato. Se trata del orfanato griego de Prinkipo, situado en una isla frente a la costa de Estambul, y pese a ser el edificio de madera más grande y antiguo de Europa, el deterioro del tiempo ha hecho mella en la construcción. Decididos a salvar este edificio, la organización de patrimonio Europa Nostra, tratará de rehabilitar el que consideran uno de los siete sitios más amenazados de Europa

Para intentar salvar este tesoro arquitectónico –descrito como la construcción más grande de Europa y la segunda más grande del mundo— la ONG Europa Nostra para el patrimonio mundial lo puso en la lista de los siete sitios en mayor peligro del continente.

«Es un milagro que todavía este en pie», dice Baytas, que pasó más de 30 años cuidándolo.

Situado en la cima de un monte, en Buyukada, una de las islas Príncipe en el mar de Mármara, queda a 90 minutos en ferry desde el centro de Estambul.

De casino de lujo a orfanato

Originalmente había sido concebido como un hotel casino de lujo. Y como tal, el edificio había sido concedido a la firma Compagnie des Wagons-Lits, la empresa de viajes que históricamente operó el Expreso de Oriente.

El objetivo era atraer a los viajeros adinerados de Europa que se apretujaban en Estambul en grandes números en los años más gloriosos de la Belle Epoque, muchos de ellos llegados en el famoso tren.

Diseñado por Alexandre Vallaury, el arquitecto franco-otomano detrás del hotel Pera Palace de Estambul, el hotel fue terminado en 1898, pero nunca logró obtener una licencia para funcionar por parte del sultán Abdulhamid II, debido a que consideraba que sus actividades de apuestas y juego eran inmorales.

Con sus grandes planes por el piso, la estructura de madera fue vendida a la esposa de un banquero adinerado de la minoría griega en la ciudad, que se lo entregó a la Patriarcado Ecuménico de Constantinopla. En 1903, el patriarcado lo convirtió en un orfanato que se ocupó de cuidar a 5.800 niños huérfanos ortodoxos griegos. El orfanato fue cerrado por las autoridades turcas en abril de 1964, oficialmente sobre argumentos de sanidad en un momento en el que arreciaban las tensiones entre Ankara y Atenas por Chipre. Hoy, la minoría ortodoxa griega, que ronda en unos 3.000, en Estambul está decidida a salvar la estructura.

Este verano un grupo de expertos visitará el sitio para determinar cuánto trabajo necesita hacerse para renovarlo, y el costo aproximado, una cifra que los medios turcos acercan a los 50 millones de dólares.

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